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Solucionati
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a
Antioquia termina donde comienza el mar Caribe
en el Golfo de Urabá. Pero Urabá es la región
antioqueña que comienza en Mutatá y se
extiende hasta Arboletes, con la adición lateral,
por razones geográ cas, de los municipios de
Murindó y Vigía del Fuerte.- Son once municipali-
dades cuyo centro focal comercial y productivo es
Apartadó, competidor del originario histórico de
Turbo, en cuyas tierras orilleras se asentaron por
primera vez y por corto tiempo los españoles
conquistadores alrededor de 1541. Aún están las
ruinas de Santa María la Antigua del Darién.
Turbo, cuyo nombre se deriva de un molusco de la
familia de los turbínidos, antiguamente se llamó
Pisisí por la abundancia de patos pisingos,
perteneció al los departamentos del Cauca y
Chocó por más tiempo que la actual vinculación
al departamento de Antioquia.
Urabá solo aparece en las páginas de la gran
prensa o en los canales centralistas de la TV
cuando hay un derrumbe en la carretera que la
une a Medellín, cuando asesinan algún
campesino por reclamaciones de tierra o por
incursión de la guerrilla fariana. Existe, además,
una estigmatización por el nombre de una banda
criminal denominada "los Urabeños" dedicada al
narcotrá co. Urabá fue tierra de promisión ya que
hace solo sesenta años se inició su colonización, y
este fenómeno determinó la calidad de sus prim-
eros habitantes que marcaron con machete y
hacha los linderos de la sobrevivencia.
Poblado por gentes del interior, especialmente
antioqueños de la montaña, esta sabana selvática
ayer, es hoy un laboratorio del trabajo con difíciles
aristas por pulir. Aunque solo en 1955 se inauguró
la carretera al mar, obra regional tan importante
como el ferrocarril que unió a Medellín con el río
Magdalena, la región atrajo hacia los años sesen-
tas a la Compañía Frutera de Sevilla (United Fruit
Company) la empresa que formó la tradicional
zona bananera de Santa Marta. En este creci-
miento acelerado aparecen los sindicatos agríco-
las impulsados por la izquierda radical y un
empresariado cerrado a sus intereses. El escenario
urabaense se enrojece luego con la presencia de
las tres guerrillas, Farc, Eln y sobretodo del EPL
que incendiaron la selva y la pradera. De contra-
mano se forman las ACCU, Autodefensas campesi-
nas de Córdoba y Urabá. Y la lucha armada inunda
pueblos, serranías y bananeras.
Urabá hoy es otra cosa. Allí nunca se ha dejado de
trabajar ni de bailar el bullerengue de Necoclí, el
sitio exacto del turismo que mira el golfo del
Darién como el Amazonas nuestro para usar sus
aguas y conocer el vecino Chocó en Acandí,
Capurganá o Sapzurro en un moderno catamarán.
Con sus casi 600 mil habitantes y varias secciona-
les universitarias, con instituciones estables y un
empresariado más responsable y dispuesto a
hacer efectivo su rol político y social, Urabá está
retomando su condición de región plena que
supere las de cientes o corruptas administracio-
nes locales, pues los urabaenses no pueden
depender de una sola corriente política
hegemónica. En adelante debe ser generosa,
pluralista y con anchura de pensamiento para que
sus administradores públicos sean menos blanco
de la Fiscalía y mayor reconocimiento de la
ciudadanía. Que no se diga Urabadó, sino Urabá
va. No existe en el mundo de la democracia un
mejor instrumento que contribuya a elevar el
nivel de vida colectiva que la aplicación correcta
de los impuestos a los servicios públicos, la edu-
cación y la salud.
La unidad regional de Urabá con base a un Acuer-
do o Pacto social puede convertirse en una fuerza
impulsora que ayude a superar los traumas de un
pasado violento y ausencias estatales. Lo cierto es
que Urabá no es un derrumbe, no es una banda
criminal, no es un homicidio. Urabá es la perla del
Darién hecha de rubio banano y moreno tambor.
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Urabá, entre el rubio y el moreno
Jaime Jaramillo Panesso
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