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Solucionati
k
a
C
ada cierto tiempo, Colombia vive etapas de
esperanza y optimismo con respecto al con icto
interno que padece. Algunos gobiernos han
desarrollado agendas de acuerdos y otros se han
sentado a dialogar con los grupos armados. Esto,
provoca diversas reacciones de la opinión pública
que se divide entre quienes apoyan los procesos y
quienes se oponen a cualquier intento de nego-
ciar.
Desafortunadamente, el bando de los que se
oponen a los diálogos, tienen alimento suminis-
trado por la actitud de los grupos guerrilleros.
Siempre ha quedado claro que lo del Caguán fue
la oportunidad de oro para la guerrilla de conse-
guir muchos de los propósitos que con tanto
bombo anuncian. El presidente Santos como
mandatario, les ha abierto una nueva puerta, por
supuesto más estrecha que las anteriores y que
muy seguramente será la última que se abra.
Es ahí donde los colombianos que deseamos que
se le ponga n al con icto, hacemos fuerza y
votos para que los líderes de las FARC reconozcan
que es la última instancia para cambiar su destino
y el del país. Despreciar este momento histórico
es sellar la vía militar como única opción para
ponerle n a sus años de accionar violento.
Pero ese costo lo terminaríamos pagando todos
los colombianos y en especial quienes deben
soportar a diario las consecuencias de una guerra
que se ensaña contra ciudadanos vulnerables. El
principal mal de Colombia no es la guerrilla, pero
sí aliviaría mucho no contar con un elemento tan
desestabilizador para nuestra sociedad y que
también ha servido como chivo expiatorio de
muchas de las di cultades que atraviesa la nación.
El camino debería ser siempre salir en búsqueda
de las soluciones pací cas que implican perdón,
reparación, reconciliación y por lo tanto, darían
como resultado un nuevo comienzo para la socie-
dad colombiana. Iniciar una etapa nueva de la
vida nacional con todos los actores que la confor-
man sería un gran avance para nuestra sociedad.
El camino es la unión de todas las fuerzas vivas de
nuestra sociedad, evaluando pero también super-
ando las décadas de frustración y desangre.
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Anhelos de paz
Alejandro Toro Villamizar
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