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DOS GOBIERNOS -LÓPEZ Y SANTOS- Y UN MISMO PARO.
Juan Manuel Santos rememoro en el centenario del natalicio de
Alfonso López Michelsen su relación con este ex presidente. Hizo
una relación de interesantes anécdotas de la vida política y
electoral del Gobierno de López. Sin embargo, no hizo ninguna
remembranza a la manera como Alfonso López Michelsen afrontó
el paro del 14 de septiembre de 1977. Como hubiese servido
relacionar las expectativas que generó el gobierno del "Mandato
Claro", del fundador el Movimiento Revolucionario Liberal, expec-
tativas esencialmente frustradas, con la realización de ese Paro
Cívico nacional. Ese Gobierno fue el que reamente inauguró la
apertura económica en Colombia también sin prever soporte
alguno para los renglones económicos perjudicados con esta
apertura.
Toda la frustración y resentimiento se condensó en el Paro Cívico
del 14 de septiembre que con una fuerza y violencia inusitada
paralizo todo el país y las grandes ciudades durante tres días.
Como hubiese servido que JMS hubiese analizado esta relación
entre la brecha de expectativas y las realizaciones de gobiernos de
una clase dirigente mezquina en la profundización de las reformas,
que favorezcan los sectores medios y bajos de la población y que
nalmente terminan consolidando las rentas monopólicas y los
bene cios del capital internacional.
Se puede comparar las dos brechas de las expectativas que tanto
López como Santos generaron y las realizaciones que al tercer año
de cada uno de esos gobiernos explotaron en ira la frustración
ciudadana. Es muy probable que ambos gobiernos hayan pensado
en realidad en hacer reformas modernizadoras pero el Estado
clientelizado y burocratizado les ha limitado su capacidad de
ejecución. Ambos anunciaron en sus primeros cien días de
mandato reformas que hubiesen conducido a una modernización
signi cativa del país y particularmente del agro colombiano, al
mismo tiempo que abrieron el país a la inversión directa extranjera
(IDE) generando al mismo tiempo expectativas y fricciones
inevitables en sectores económicos que se ven superados por la
BRECHA DE ESPECTATIVAS
Moritz Akerman
mayor competitividad internacional.
El resultado, paros nacionales. Y no es que les critiquemos hacer la
apertura necesaria sino la ausencia de previsiones y soportes
necesarios al campo y a la mediana y pequeña industria. Sectores
inmediatamente afectados y que hay que soportar y estimular
para que puedan transitar a una nueva especialización productiva,
dedicándose a los productos que tengan ventajas comparativas
posibles de encontrar en nuestra economía para inscribirla en la
economía mundial.
También es fácil sacar como conclusión de los paros nacionales
que la democracia representativa en Colombia está siendo
sustituida por la democracia participativa directa, pero esto puede
resultar no sólo aventurado, sino favorable al autoritarismo tan en
boga en la administración de Uribe. En Colombia no ha funcionado
la democracia representativa porque los partidos dejaron de
representar intereses sociales, no son formas de organización
política de los distintos intereses sociales y culturales que se
confrontan en la arena del Estado, de tal manera que puedan
incluir las aspiraciones de sus representados dentro de la función
económica, de servicios y bienes públicos del Estado.
En vez de concluir que la forma como se da en nuestro país la
democracia representativa esta pasada de moda, por su corrup-
ción y falta de articulación del los partidos a los intereses de la
sociedad, el Presidente en reciente alocución acusaba a la Marcha
Patriótica de ser la responsable de los paros, no solo supervalo-
rando la propia fuerza de la Marcha Patriótica sino cuestionando lo
que debe hacer cualquier partido de oposición para expresar
intereses sociales. Los paros y las huelgas son parte de la democra-
cia. ¿El negativo de esta a rmación del Presidente sería....
"continúen en la lucha armada"?
Estamos en el tránsito de la guerra a la paz y en ese tránsito las
organizaciones que se van constituyendo políticamente deben
articularse y representar intereses sociales. Posiblemente el
problema ha aparecido porque el tránsito de la guerra a la paz se
hace sin cese del fuego, lo que puede dar por resultado la combi-
nación de la violencia con las formas cívicas de protesta: son actos
condenables de violencia y vandalismo de grupos de milicianos
minoritarios. Pero también actos de los que no estuvo exento el
Estado. Pero este tema del tránsito de la guerra a la paz debe ser
asunto de otro análisis.
Parecería imponerse estudiar más en profundidad la relación entre
las expectativas generadas por los Gobiernos reformistas y
modernizadores y el límite real de sus realizaciones: las expectati-
vas transformadas en frustración, se expresan por fuera de los
canales de participación y reformas que presenta el sistema: el
legislativo (Concejos, Asambleas, Congreso). En cambio, en los
gobiernos autoritarios los ciudadanos no reclaman porque la
violencia es la expresión dominante de la política y así se acallan o
se aplazan las reivindicaciones que son el camino de la ampliación
de la democracia y su contenido social. Son los gobiernos reformis-
tas los que tienen que ser consecuentes a su naturaleza y expresar
y dar caminos políticos, partidistas e institucionales para que las
esperanzas no se desborden en anarquismo.
Alfonso López Michelsen con Juan Manuel Santos
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